La tanatología me movió por dentro. Y para bien. Estudiarla fue como ponerle luz a algo que no entendía del todo: el duelo por mis abuelos, que murieron con solo 15 días de diferencia por COVID. Fue duro, pero también un parteaguas. La tanatología no solo complementó mi carrera en Psicología… la volvió más humana, más real. Me dio palabras, herramientas y también muchos silencios necesarios. Y si algo hizo que este proceso fuera aún más especial, fue haberlo estudiado en Lhogros. No fue cualquier diplomado. Fue una experiencia que me marcó gracias a dos maestras increíbles: Gaby y Lili. Sin ellas, el aprendizaje no hubiera sido el mismo. Y aunque el curso ya terminó, muchas veces me sigo sintiendo acompañada por todo lo que me dejaron. Gracias de corazón por tanto 💛

Para mí fue de mucha ayuda para comprender y aceptar que mi mamá tiene Alzheimer y así podíamos aprovechar el tiempo con ella al máximo mi familia. Luego con su muerte entendí que fue para su alivio y el de mi hermana que fue la cuidadora principal. Me sirvió mucho. Gracias.